Agradar… complacer…cumplir expectativas
Hace un tiempo, escribí un post relacionado con este que estás leyendo ahora https://www.maitevillabeitia.com/?s=La+ni%C3%B1a+buena En aquel momento ya mencionaba que el de » la buena niña» es un perfil que me visita con frecuencia, y con el cual me siento identificada en gran medida. Porque, en algún momento de mi vida yo también fui esa niña, luego adolescente, luego joven y ahora adulta que de un modo inconsciente, trataba de ser simpática y agradable a toda costa, buscando siempre agradar a los demás y complaciendo sus expectativas, incluso a costa de mis necesidades o ante personas que no lo merecían.
Si estás leyendo estas líneas y esperas que te diga que gracias a la terapia para sanar mi autoestima, esta niña ha desaparecido y me he convertido en una mujer adulta, segura de sí misma, asertiva, que sabe priorizarse y atender sus necesidades físicas y emocionales en todo momento, siento desilusionarte: no es así. Al menos no es así en todo momento y en todas las circunstancias.
Lo que he observado tanto en mí misma con en las mujeres a las que acompaño, es que esta tendencia complaciente no desaparece para siempre. Puede aflorar en determinadas circunstancias especialmente cuando nos enfrentamos a determinadas personas o vínculos, y, aunque parezca paradójico, incluso ante aquellos que han sido profundamente dañinos para nosotras.
Recientemente, una chica que acaba de poner fin a una relación muy complicada y dolorosa , en la que no se sentía respetada, ni tenida en cuenta, me contaba cómo sintió lástima y cierta culpa cuando su ya ex pareja fue a recoger sus cosas. Otra chica se descubrió diciendo Sí a una petición de una persona que había sido cruel con ella, cuando lo que realmente quería y necesitaba era expresar un rotundo No, Y otra mujer expresaba: » De tan buena, parezco tonta». Yo misma me descubrí no hace demasiado tiempo sintiendo lástima por alguien que no se portó bien conmigo y que había abusado de mi confianza
Como puedes ver, la respuesta que provoca este patrón sigue presente, aunque en estado latente esperando que un activador la despierte. La diferencia de haber emprendido un camino de amor propio y autorespeto que me ha permitido sanar mi autoestima es que, aunque aún pueda activarse este patrón, e incluso caer en el, ya no me quedo ahí reaccionando de manera automática, si no que puedo decidir qué respuesta dar.
En aquella ocasión fui consciente de mis emociones, me di cuenta de que mi empatía se estaba enfocando en la persona equivocada en ese momento y decidí empatizar conmigo y hacer justicia a lo que yo había vivido, es decir me prioricé más a mi misma que a la lástima que afloraba.
Sanar es escucharse, es respetarse, sentir que importas y mereces lo bueno, es acompañarse y apoyarse
El exceso de empatía, la culpa, la lástima y el miedo pueden aparecer ante circunstancias muy retadoras como las que he descrito. La enorme diferencia cuando hemos sanado o estamos en proceso de sanar nuestra autoestima, es que no nos dejamos arrastrar por esas emociones ni por esos sentimientos cuando no son coherentes, o están distorsionados o van en nuestra contra.
Si te sientes identificada con este «rol de la niña buena» y estás pensando en iniciar un proceso de trabajo, has de saber que emprenderás un camino para acompañar y ayudar a esa niña que vive en ti a madurar, queriéndose y respetándose, de este modo generarás recursos para fortalecer tu autoestima.