Poner el cuerpo en movimiento es una de las acciones que recomiendo encarecidamente a mis client@s, a ser posible en contacto con la naturaleza, ya que los beneficios de esta acción se multiplican enormemente.
Personalmente me siento profundamente agradecida por la posibilidad que me ofrece mi ciudad, Bilbao, de poder pasar en tan solo cuestión de minutos del asfalto, del ruido del tráfico y de las prisas, a encontrarme en mitad de un bosque de robles, castaños, abedules, arces y cedros… Son tan sólo algunas de las especies que logro identificar.
Si bien son conocidos los muchos beneficios de estos llamados «baños de bosque» que se explican en muchos escritos en torno a la llamada «medicina forestal,» no es el objetivo de esta entrada hablar de ello.
Tan sólo quiero enfocarme en uno de sus efectos, del que yo soy plenamente consciente, y es su estrecha relación con la creatividad.
Esta entrada, así como la mayoría de las que escribo en este blog, son el resultado de una larga caminata en conexión con el sonido de estos bosques mientras respiro aire puro, y es que siempre aparece algún movimiento interno después.
Es así como nacen muchas de mis mejores inspiraciones:
- Alguna idea que me parece clave en relación a alguno de los procesos que acompaño.
- Una reflexión en torno a la que escribir en este blog.
- Un aspecto importante sobre el que no había tomado conciencia en mi vida personal.
- Algo que necesito hacer o expresar…
Esta mañana mientras iba descendiendo y observaba la ciudad a mis pies, era consciente de lo pequeño que se veía todo. Ahí estaba la ciudad, pero desde la perspectiva de la que la contemplaba, aparecía lejana… silenciosa… como en cámara lenta. Todo en ella era pequeño: los coches, los edificios, y no digamos las personas… ¡Maravillosa perspectiva!
Y así es como he asociado esta perspectiva elevada de la ciudad con uno de los aspectos llevamos a cabo en los procesos de psicoterapia:
Adoptar una nueva perspectiva para poder contemplar el paisaje de tu vida con la mayor amplitud que te resulte posible.
Esto te permitirá tomar la suficiente distancia de tus problemas para comprobar cómo eso tan enorme, ruidoso y difícil, no lo es tanto, y que además lleva un ritmo menos acelerado, lo cual te permite captar mejor todos sus matices, y cuál es el mejor modo de abordarlos.
De este modo, podrás ver con mayor claridad sobre qué zona o área has de empezar a profundizar, y sumergirte, con el fin de que pueda empezar a darse tu proceso de transformación.
Así podrás parar de «dar vueltas y vueltas y otra vuelta más, sin parar…» como nos decían los chicos de Gabinete Caligari. Escucha la letra!