Esta mañana mientras disfrutaba de la caminata diaria antes de comenzar mi nueva jornada de trabajo, y contemplaba ensimismada la belleza de colores con los que el otoño tiñe los bosques, ha acudido a mi mente un pensamiento algo abrumador: «Si hace poco estaba en la playa tomando el sol… ¿En qué momento ha pasado todo esto? «
Sin duda el ritmo demasiado acelerado en el que vivimos hace que la vida se nos pase tan deprisa, que no somos conscientes de los sutiles cambios que acontecen en nosotras, y en todo lo que nos rodea.
Otoño… tiempo de maduración, de culminación y, sobre todo, de soltar… Un proceso natural en el que las hojas muertas caen de sus ramas. Ni las hojas se aferran a las ramas, ni las ramas a sus hojas. Han cumplido su ciclo y han de caerse para poder dar paso a las nuevas que brotarán en primavera. Si se quedaran pegadas a sus ramas, la vida del árbol se detendría.
Inmersa en estas reflexiones he conectado con muchas de las mujeres a las que estoy acompañando en en sus procesos relacionados con rupturas sentimentales. «Quiero soltar… pero no puedo«. Es el lamento de cada una de ellas.
Si vivimos como respiramos, tomando y soltando, no podemos equivocarnos.
Clarisa Pinkola Estés
Y es que una pérdida nos sitúa frente a un proceso personal muy delicado que nos puede conectar con antiguas heridas que quizá no estaban del todo cicatrizadas, con otros duelos anteriores que no pudimos elaborar por diversas circunstancias, y ante estados emocionales que pueden resultarnos imposibles de sostener.
Pero tal y como ocurre con los ciclos naturales de la vida, todo tiene un principio y un final, y las relaciones de pareja no son una excepción.
Este es el ciclo de la vida: Tomar, aprender, dejar ir, aceptar y avanzar.
Si ahora mismo estás pasando por un momento de ruptura de pareja y aparece en ti esta sensación de No soy capaz de soltar, te invito a que:
- Empieces a cuestionar ese pensamiento de incapacidad: claro que eres capaz! eres una persona con recursos internos para poder soltar y avanzar.
- La única manera de soltar es haciéndolo y traspasando el dolor.
- Uno de los mayores impedimentos es precisamente que lo que temes es sentir el dolor de la falta. Eso es lo que estás tratando de evitar a toda costa, y por eso te aferras.
- Has de saber que es sólo dolor, y si no lo evitas y lo atiendes, el dolor se pasa. Confía en ti y en tu cuerpo.
- Adopta un modo de gestión personal más acorde con los ciclos naturales de la vida, y al igual que la hoja no se aferra a la rama, tú tampoco a quién ya no es para ti.
- Si te cuesta mucho realizar este trabajo tú sola, no dudes en pedir ayuda.