«¿Qué tiene de malo ser una romántica?» Me preguntaba una persona al hilo de lo que escribí en un post anterior («Nuestros vacíos. Parte II«) en el que yo apuntaba, con dedo acusador, hacia el amor romántico como una de las semillas que hacen germinar las relaciones basadas en la dependencia emocional. Ese modelo tantas veces proyectado en las películas, en las canciones, y en la literatura de éste género.
Tal y como le expuse a ella, creo que es necesario desprendernos de la alucinación que supone este modelo de «amor» ya que:
- Promueve la desigualdad : La frágil y desvalida princesa que es salvada por un valiente y apuesto príncipe.
- El sufrimiento: Es necesario pasar por un largo valle de lágrimas para finalmente conseguir ese supuesto amor y «ser felices para siempre».
- La posesión y el control: están en la base de un tipo de creencias del orden del «Tú eres mía» y «Yo soy tuya».
- La dependencia emocional: sustentada en creencias como «No puedo vivir sin ti»… «Te necesito»… «Sin ti mi vida no tiene sentido»… «Me muero sin ti»...
Cuando no nos damos el suficiente amor hacia nosotras mismas, inconscientemente estamos abonando un terreno idóneo para que crezcan en él este tipo de relaciones basadas en la dependencia emocional y, por lo tanto, en el sufrimiento sin fin.
La aspiración debe ser caminar hacia un tipo de amor consciente y adulto en el que dos iguales se relacionen entre sí. En el que no haya idealización, sino que podamos aceptar a la otra persona tal y como es, en lugar de quedarnos con aquellos aspectos que nos gusten y rechazando, o pretendiendo cambiar, otros que no nos agraden tanto. Un tipo de amor en el que seamos libres, y así nos sintamos, y en el que por supuesto no exista sufrimiento… ni renuncia… ni sacrificio… ni obligación de cumplir las expectativas del otr@. Se trata de un caminar más bien tranquilo, sin muchos picos ni valles, en el que amb@s podamos crecer.
Una vez más elijo la letra y la sensibilidad de Passenger para acompañar la reflexión del post de hoy: «Si tan sólo pudieras amarte de la misma forma en que yo te amo«… Escúchala, creo que este sería un modelo de romanticismo más sano.