“Que vas a dónde una coach… o psicóloga… o lo que sea….!!!!! Pero… ¿Es que te has vuelto loca???!!!”
Si existiera la posibilidad de poner efectos sonoros en el blog, pondría algunos muy ruidosos para dar mayor énfasis a la perplejidad y extrañeza con la que una persona conocida de una clienta mía recibía la noticia de que su amiga había iniciado un proceso de coaching.
No es la primera vez que me trasladan este tipo decomentarios, que normalmente me los tomo a risa. Pero en esta ocasión parece que el sentido del humor me ha abandonado, y siento que este tipo de reacciones, por desgracia tan habituales, me cabrean.
Ni la ironía ni el cinismo suelen formar parte de mi estilo de comunicación, pero sólo por esta vez, me permitiré la licencia de hacerlo. Y es que al parecer debe ser de locos querer dejar de ir a ciegas por la vida. Tampoco debemos estar muy cuerdos los que hemos dejado de culpar a otros y asumimos la responsabilidad que cada uno tiene respecto a su propia vida. Y aquello de tomar decisiones, en lugar de que otros las tomen por uno, debe de ser el summum de la insensatez.
Debemos estar enajenados cuando siendo lunes no deseamos a toda costa que llegue rápidamente el viernes, sino que preferimos vivir con intensidad y plenitud cada uno de nuestros días porque los consideramos un regalo. Es un verdadero disparate cultivar la autenticidad, en lugar de dejarnos arrastrar por la corriente. Es una auténtica barbaridad mirar dentro uno mismo sin miedo, cuando en su lugar podríamos anestesiarnos viendo cualquier programa de televisión, o teniendo conversaciones vacías con gente vacía… Podría seguir con una lista muy extensa de sinónimos de locura, pero creo que queda clara mi opinión al respecto….
No soy de esas personas que piensan que hemos de psicologizar todo, ni que todas las personas tendríamos que tener un coach, o ir a terapia, ni llenar todo nuestro tiempo de ocio con actividades de crecimiento personal, ni mucho menos.
Soy de aquellas que se mueven con mayor comodidad en los términos medios, y pienso que está muy bien tener conversaciones distendidas y sin demasiado fondo, que nos sirvan de distracción y, si nos hacen reír a carcajadas, mucho mejor. Soy la primera que se apunta. Pero también creo que cuando nos azotan los vientos de la insatisfacción, la frustración, el autodesprecio, la incertidumbre, el miedo, el no saber…y todo ese repertorio de sensaciones no demasiado agradables, hemos de tener el coraje suficiente para reconocerlo y no mirar hacia otro lado y, si es necesario, acudir a donde un profesional que pueda acompañarnos, y aportar algo de luz en esos momentos.
A lo largo de mis años de experiencia he podido asomarme al universo de muchas personas que me han concedido el privilegio de acompañarlas durante un tramo de su camino. Y aunque la parte investigadora que habita en mí algún día hará un estudio con algo más de rigor, hace tiempo que constato muchas características comunes en todos ellos.
Son personas comprometidas con sus vidas, y que no se conforman con llevar vidas mediocres.
Son personas que saben que para sentirse llenos, tienen que empezar por aprender a nadar en sus vacíos, como dice Vanesa Montserrat.
Son personas con una enorme capacidad de empatía, la antesala de la ética y de la justicia.
Son personas que han dejado de pelear contra la realidad, aceptando lo que sea que hayan de aceptar.
Son personas que tienen el enorme coraje de poner su vulnerabilidad en juego, como lo expresa Brené Brown, mostrándose reales y auténticos.
Son personas que no huyen, ni buscan distracciones para no ver, si no que caminan de la mano del miedo, y van al encuentro de sí mismas.
….En definitiva…. son personas que deben estar locas de remate…