…Renunciar
El otro día, mientras ofrecía a una clienta mis impresiones acerca de cómo había organizado su mundo interno y su visión de sí misma, me confesó, con cierta perplejidad, que tenía la sensación de que le estaba leyendo la mente o algo parecido, ya que sentía que estaba haciendo una radiografía de sí misma bastante exacta.
Le tranquilicé diciéndole que no poseo dotes adivinatorias, sino que comparto un perfil muy similar al de la mayor parte de l@s clientes que acuden a mí. Tan sólo nos separan los años de psicoterapia y de toma de conciencia que voy logrando, además de un sólido marco teórico en el que sustentar toda mi experiencia.
Este es el «perfil» con el que trabajo principalmente. Despierta en mí mucha ternura, y enormes ganas de acompañar y contribuir a su transformación.
¿Te suena?:
La buena chica: La responsable… La amable… La empática… La complaciente… La que se exige perfección… La que se preocupa en exceso… La que no se valora… La que ha sacrificado tanto sus deseos, que ya no sabe cuáles son… La que no puede decir que «no», ni poner límites… La que se considera insignificante… La que se siente insegura… La que tiene miedo… pero a su vez sabe que tiene un motor muy potente en su interior que está deseando ponerse en marcha.
Y… ¿Qué tiene de malo ser una buena chica?… te preguntarás… Pues absolutamente nada, cuando por » ser buenas» entendemos que nos regimos por un sistema de valores elevado, pero que sabemos cuidarnos, protegernos y tratarnos bien.
Sin embargo, «ser una buena chica», en este contexto al que me refiero, equivale a bloquear las propias necesidades y deseos para satisfacer los de los demás, ponerse en último lugar, e ir en contra de una misma.
Te contaré una pequeña historia:
Hubo un tiempo en el que la «buena chica» fue una niña alegre, desenfadada, espontánea y algo salvaje. Estaba muy conectada con sus Intereses y deseos, y buscaba sus maneras de satisfacerlos. Era una niña feliz.
Sin embargo, los condicionamientos de la educación, y su necesidad de ser querida por sus vínculos más significativos, comenzaron a » domesticarla», y fue así como poco a poco llegó a erróneas conclusiones acerca de sí misma, y acerca de la vida.
Empezó a creer que si se mostraba tal y como era, desplegando todo su abanico emocional, con todo lo que ello conlleva: desde la alegría más inmensa, hasta la rabia más descontrolada, pasando por la tristeza y soledad más profunda, dejaría de tener el amor de sus padres, porque quizás ellos tenían sus propias dificultades con ciertas expresiones emocionales, o bien consideraban que no era propio de una niña…
Y así empezó a creer que había algo erróneo en ella, y comenzó su proceso de transformación en la buena niña complaciente y con necesidad de agradar:
La buena estudiante, obediente, ordenada, comedida en sus expresiones emocionales, educada, perfeccionista… que fue olvidándose poco a poco de sí misma para hacer y ser lo que » se esperaba» de ella: «ser una buena chica».
La buena niña llega a la adolescencia, y en este momento se permite ciertas licencias algo transgresoras y reivindicativas. Pero el peso de la culpa por estos atrevimientos la redirige hacia la senda de lo aceptable, y se transforma en una mujer de entre 20 y 55 años que se sienta frente a mí en el sillón blanco de mi despacho, con el siguiente común denominador:
- Tiene ansiedad y síntomas depresivos.
- Se siente insatisfecha.
- La autoexigencia y el perfeccionismo extremo no le dejan vivir en paz.
- Tiene un discurso interno severo y castigador que va mermando su autoestima.
- » Pese a tenerlo todo», no encuentra sentido a su vida.
- Se ha olvidado tanto de sí misma que no sabe lo que quiere, ni lo que necesita.
- Atrae relaciones personales y profesionales en las que abusan de ella.
Pero finalmente toma una decisión y ya no hay quien la pare: QUIERE QUITARSE LA MÁSCARA DE BUENA CHICA, y atreverse a ser la poderosa mujer que realmente es. Yo estoy ahí para acompañarla, y recordarle constantemente que puede sentir el universo sobre ella.
escucha esta canción, cántala, grítala y ¡ponte a bailar!
patricia says
Grandes verdades todas ellas… Y por desgracia, por cierto, muchas hemos y estamos ahí, peleando por liberarnos de toda esa presión social y familiar que nos rodea y conduce hacia esa buena niña. Es complicado, la verdad, aunque cuando tomas conciencia de ello ya no hay marcha atrás y empieza la verdadera construcción de quien eres, empoderandote.
Hace falta mucha fuerza para llevarlo con alegría y no quedarte sola en el camino. Quedan muchos muros que derribar.
Eskerrik asko por el post! Me ha gustado mucho.
Maite Villabeitia says
Así es Patricia, pero como muy bien dices, una vez que tomamos conciencia… ya no hay marcha atrás…se abre un nuevo camino superinterente! Un abrazo grande.