La vida no lo pone fácil
A veces la vida no lo pone fácil
porque hay días que son como pasillos angostos
que debes cruzar entre fantasmas y despedidas.
Son malos días para subirse a un libro de Pessoa
o para abrir la voz de Damien Rice por el pasillo,
aunque sepas de sobra que ambos te comprenden.
Solo queda tratar de llenarlos con buena compañía,
con una película sin fondo, o un partido contra la nostalgia,
– o con las palabras precisas de alguien que te haga ver que no hay tanto
desamparo en la caída, que caer es una forma de sentirse vivo –.
Eso y esperar a que de madrugada el viento de la noche empuje,
como si de un barco se tratara, todo ese gris tan nuestro
y traiga limpio el porvenir,
porque que lo cierto es que cuando vienen días como estos,
y se quedan,
uno tiene la sensación
de que la vida no ha empezado,
de que la vida aun
no ha empezado del todo.
Extraído del libro “Todos mis futuros son contigo” de Marwan
Descubrí a Marwan hace poco tiempo de manera «casual» cuando trataba de sintonizar una emisora de radio que me acompañara de camino a una jornada de trabajo en una empresa con la que colaboro…”Convertir lo ordinario en extraordinario, eso es la poesía”. Es la frase que se coló nítidamente entre tanto sonido distorsionado, y que hizo que apartara el dedo del botón de inmediato. Me Encantan los aforismos, y los juegos de palabras, porque consiguen transmitir mucho con muy pocas palabras.
Desde aquel día, su libro está en mi mesita de noche acompañándome en mis frecuentes desvelos.
“Convertir lo ordinario en extraordinario”…La frase acudía a mi una y otra vez al tiempo que muchas imágenes se agolpaban en mi mente pidiendo paso. Mi hija June, mi madre, mi madre y mi hija June…sin duda dos seres ordinarios a los que les pasan cosas extraordinarias, pensé.
En realidad, mi pequeña June poco tiene de ordinario, no sólo por el adjetivo que pone nombre a la enfermedad que al parecer tiene, “rara”, y de tan rara que es, no sabemos aún ni su nombre, sino porque todo lo que con su esfuerzo va consiguiendo June, es extraordinario.
Así, logros tan “normales” para cualquier niño como gatear, andar, correr… sentarse, comunicarse, hablar…para ella son extraordinarios. Pero lo más elevado en el escalafón de cosas extraordinarias, es ella en sí misma. La falta de lenguaje y sus dificultades motrices han originado un repertorio de gestos y expresiones únicos, que provocan que te la comas a besos.
Su mirada que ilumina mis días más oscuros, su risa contagiosa, su emoción que de tan intensa le sale hasta por los poros de la piel… June es poesía.
Es bastante normal que con el paso de los años perdamos muchas de nuestras capacidades, y desarrollemos enfermedades. A mi madre le diagnosticaron no hace demasiado tiempo una “Afasia degenerativa” que le está dejando sin palabras, literalmente. Está perdiendo su capacidad para comunicarse con el lenguaje, y siendo consciente de ello. Hasta ahí todo ordinario. Lo extraordinario es la actitud desde la que acepta todo esto, sin quejas, sin dar la
lata, sin perder su sentido del humor, ni la bondad que irradian sus ojos… Mi madre es poesía.
Mi madre y June… June y mi madre… las dos me quitan horas de sueño, y las dos me enseñan tanto… He escrito muchos posts sobre el proceso que voy haciendo a lo largo de los 6 años de vida de mi hija para aceptar y amarla tal cual es, y aún así, muchas veces me vuelvo a situar en la casilla de salida, o en caídas al vacío, cuando la desesperación se apodera de mí. Lo de mi madre ha sido una sacudida demasiado grande como para «tomar a pelo», aun me tiene aturdida, y se que tengo mucho camino por recorrer.
Pero, de momento, solo me queda tratar de llenar estos días con buena compañía, con una película sin fondo, o con un partido contra la nostalgia…como dice Marwan.
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