Desde que estudiaba Psicología me ha apasionado el funcionamiento del cerebro. Hoy en día, movida por el auge de las neurociencias, he vuelto a retomar su estudio y he podido constatar como algunos planteamientos que se manejaban entonces, siguen teniendo validez. Sin embargo, otros se han desechado por completo, como aquel que afirmaba que nacíamos con un determinado número de neuronas, y que aquellas que morían no se recuperaban jamás. La neurogénesis contradice esta teoría.
Aunque los neurocientíficos aseguran que aún queda muchísimo por conocer acerca del funcionamiento de este misterioso órgano, son enormes los descubrimientos que se han realizado en este campo, como la neuroplasticidad, la neurogénesis , el funcionamiento de las neuronas espejo, y muchísimos otros.
Uno de los capítulos que me resulta enormemente apasionante es el referido al modo en el que aprende nuestro cerebro. Y es que al parecer, cuando aprendemos algo nuevo, da igual que se trate de una nueva habilidad, una conducta, una respuesta o una actitud, en nuestro cerebro se crea una especie de canal o circuito neuronal que se hace más potente cuanto más repitamos aquello que queramos aprender.
Utilizando un símil, podría decirse que la repetición es lo que hace que ese circuito pase de ser un camino apenas imperceptible, a convertirse en una autopista con muchos carriles, y por la que vamos circulando sin pensar, de modo automático.
Prem Rawat lo expresa así:
Algunas personas pasan la mayor parte de su vida irritadas. Todo las enfurece.
El problema es que si lo practicas todos los días, acabarás siendo un experto en irritarte. De hecho, terminarás siendo un experto en cualquier cosa que practiques a diario, sea lo que sea.
Si practicas la comprensión, te harás experto en comprensión, pero si practicas la ira, lo que perfeccionaras será la ira.
Si actuamos la mayor parte del tiempo de forma inconsciente, la inconsciencia llegará a ser la respuesta automática en nuestra vida.
¿En qué quieres llegar a ser experto?
Personalmente creo que somos algo más que funcionamiento cerebral, y que existen más factores (bio-psico-sociales) que determinan nuestros aprendizajes. Sin embargo, es un hecho innegable que un hábito se crea a base de repetición sistemática, y que sabiendo esto es muy importante ser conscientes de que aquello que repitamos a diario, se convertirá en una hábito.
Si en algún momento de su vida te has planteado dejar un hábito, habrás podido vivir en carne propia la enorme dificultad que esto entraña. La neuroplasticidad nos ofrece una buena explicación de este fenómeno, y es que una vez creados estos circuitos neuronales a los que me refería más arriba, resulta muy complicado cambiar el cableado del cerebro. Sin embargo, es relativamente fácil desarrollar nuevas conexiones.
Y… ¿cómo genero nuevas conexiones?… te preguntarás. La respuesta es bien sencilla: repitiendo, repitiendo y repitiendo
Este niño sabio sabe muy bien como funcionamos, así que escucha atentamente:
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